Como
os podeis imaginar, el resultado de este proceso nos ha llenado de gran alegría a todo el
persoal de Madrid. Ahora, relembrando todo lo acontecido, parece increible como ha
cambiado la situación en seis meses. De ser un pueblo lleno de miedo, de paranoia,
confusión y duda, hemos encontrado por fin un poco de luz en esta parte del camino.
Atrás quedaron esos meses de incertidumbre, de dolor y de indignación durante todos los
malos momentos que pasamos.
La
primera fase se cerró con la puesta en libertad de Chico y Fernando. Tras el operativo
policial y la liberación de los detenidos españoles, el grupo comenzó una auténtica
carrera contra reloj para reunir todo tipo de documentos de apoyo, científicos, legales,
etcétera con el que confeccionamos el primer dossier que sirvió para que sacaran de la
cárcel a nuestros dos hermanos brasileños. Fueron los días más vibrantes de todos, los
más emotivos y, también, los más duros. Solamente la inmensa corriente de solidaridad
desencadenada por este caso consiguió hacernos ver la importancia se ser rápidos,
eficientes y seguros para dar cuenta de todo esto. GRACIAS A TODOS. Personalmente, cuando
ví todo esto, lo primero que pensé es que estaba ante el reto de hacer el mejor
reportaje de mi vida: de él dependía mi defensa y la de mis compañeros.
Cada
día, al levantarnos y acostarnos, enfocábamos nuestros esfuerzos a tratar de recuperar
la normalidad arrebatada por una traumática persecución policial. ¿Y como recuperar esa
normalidad ante tu familia, amigos y compañeros de trabajo cuando todos los periódicos
han publicado que perteneces a una "secta" que "trafica" con una
sustancia ilegal y viendo, además, que eres un presunto narcotraficante, que estás en
libertad provisional bajo una fianza de 2 millones de pesetas menos de las que les
ponen a los narcos de verdad- y que no puedes salir del país sin pedir permiso a un juez?
Y
todo ello después de ver como la policía registraba tu casa delante de tus hijos, como
tenías que pedirles a los agentes que ¡por favor! Te quitaran las esposas para que el
crío mayor, de nueve años, no viese llegar a su padre a casa como un delincuente, como
explicarle después que este padre que intentaba mantener la tranquilidad en su presencia
no es culpable de nada y que es todo una confusión, como olvidar las fotos, la toma de
huellas dactilares, las preguntas insidiosas de los interrogatorios, las miradas de reojo
de los compañeros de trabajo preguntándose si ese tipo de aspecto "normal" es
en realidad un "guru" que lidera esa extraña "secta" de la que hablan
los medios de comunicación, como superar ese miedo a que lo que hablas por telefóno no
lo esté escuchando otra persona a la que ni siquiera conoces, como saber que no te están
siguiendo cuando sales de tu casa
Como recuperar la dignidad y el amor propio
después de pasar tan sólo unas horas en una cárcel donde tu desesperación no tiene
consuelo, una cárcel donde habías estado antes trabajando muchas veces, una cárcel en
la que aunque ainda no estés juzgado- ya eres culpable ante los carceleros, una
cárcel donde la puerta se cierra tras de ti y no sabes cuando se va a voler a abrir. ¡Y
fueron siete horas nada más hermanos!
Imaginaros
entonces lo que debieron pasar Chico y Fernando durante 54 días, en otro país, en otra
cultura, a miles de kilómetros de sus familias y sin saber hasta que punto la gente se
estaba moviendo fuera. Poco a poco íbamos recuperando la normalidad en nuestro entorno
pero siempre ese pensamiento estaba ahí. Cada vez que salíamos a la calle, que
respirábamos el aire LI BRE de la incipiente primavera, cuando nos reuníamos casi
clandestinamente para cantar, asaltaba ese pensamiento oscuro, inquietante, doloroso que
dos compañeros tuyos estaban a esas horas en una celda o en un patio sin horizonte,
rodeados de espinos espirituales y materiales, de rejas y de privaciones de todo tipo.
¿Qué estarán cenando? ¿les tratarán bien? ¿Pasarán frío? ¿Estarán en
peligro?
De repente, todos nos convertimos en improvisados e impotentes padres de
sus destinos. De verdad que hasta que no salieron libre, ninguno nos sentimos libres.
Entre
medias aparecieron los padres de Fernando y consiguieron, con su empuje, ilusión y
experiencia, levantar la moral de esta tropa atenazada por el miedo y la incomprensión.
¡GRACIAS PAPAI! ¡GRACIAS LUCIA! Antes la llegada de Akira, paseándose por la Audiencia
Nacional vestido de samurai, había conseguido cambiar el tono del trato hacia nosotros.
Nuestro abogado le exhibió por todo el juzgado como si fuera un trofeo de caza,
repartiendo óleos vegetales a todo el que se cruzaba por su camino, imponiendo con su
gran presencia la solvencia que nos habían arrebatado la injusta persecución policial.
GRACIAS AKIRA. Estas dos visitas fueron claves en esta primera fase.
Luego,
con nuestro primer éxito ya en la calle, ganamos dos compañeiros más para esta batalla.
Comenzó entonces un proceso de reunificación, cantar todos juntos de nuevo, pequeños
trabajos, y luego un gira de ellos dos por toda España que acabó en la gran reunión de
San Juan donde el miedo quedó aparcado para siempre. El miedo de entonces y el de antes
también, porque hasta que la policía se metió en nuestras vidas, eran muchos los
daimistas que todavía vivían "metidos en el armario", sin que gran parte de su
entorno supieran realmente la gran dimensión del camino espiritual que habían elegido
libremente. Después, con la llegada de los famosos resultados de los análisis del Daime
incautado que nunca acababan de estar hechos, fue cuando fuimos realmente conscientes, por
primera vez, de que íbamos por el buen camino. Con susto incluido porque los primeros
resultados hablaban de un contenido de DMT de ¡hasta el 80%! Afortunadamente, a los dos
días llegó la oportuna rectificación.
El
verano pasó sin más novedades. La espera fue desesperante porque durante dos meses
agosto y septiembre- apenas pasó nada. Nos vino bien para bajar el ritmo, recuperar
fuerzas en las vacaciones y disfrutar un poco de esa parte de la vida que parecía que
nunca íbamos a poder degustar como antes nunca más.
En
San Miguel, por fin, nos volvimos a reunir todos juntos de nuevo en Madrid. 80 personas
para apostar, todos a una, en la continuación de este maravilloso y difícil camino. Lo
que en seis años no habíamos conseguido ver la unión clara y difusa- parece que
se consiguió en seis meses. No más peleas entre iglesias, en el interior de los grupos o
hacia las directrices que venían de Brasil. El principal acuerdo de ese II Encuentro de
las Iglesias Daimistas de España fue reconvertirnos en una sóla Iglesia, en una sola
asociación, en un solo cuerpo con muchos miembros pero con una sóla cabeza, un solo
corazón y un solo espíritu. Ahora estamos rematando la faena, como se dice aquí cuando
un torero se dispone a apuntillar al toro, recomponiendo papeles con el objetivo de
empezar el año con una estructura nacional más clara, operativa y diáfana ya que todos
tenemos el mismo objetivo: conseguir el reconocimiento legal de nuestra iglesia en
España.
La
batalla acabó seis días después del regreso de Chico y Fernando a Brasil. Cuando fui a
la Audiencia Nacional a cumplir con la obligación impuesta de tener que firmar todas las
semanas para que vieran que no nos habíamos escapado, me encontré con la sorpresa. Uno
de los funcionarios judiciales, que nos está ayudando muchísimo desde la
declaración de Akira, Chico y Fernando encontramos mucho más apoyo que dudas en este
juzgado- se levantó me dio un abrazo y me plantó dos besos en la cara.
"Enhorabuena, habeis ganado" me dijo. Luego, uno a uno, el resto de sus
compañeros se levantó para darme los parabens también y una mujer de otro juzgado que
pasaba por allí les llegó a preguntar: ¿Qué estais celebrando? " "Que por
fin se ha hecho justicia en esta casa" le contestó uno de los secretarios
judiciales. Fue muy emocionante. Entonces me acordè de otro secretario judicial que nos
ha ayudado también en este proceso cuando, tras la declaración de Chico y Fernando y
después de ver que la jueza no se decidía a ponerlos en la calle, comenzó a gritar en
los pasillos, como un poseso, "esto es una injusticia tremenda. ¿Cómo se puede
tener a esta gente entre rejas?" A buen seguro que la jueza lo oyó porque estaba al
otro lado de la habitación. Y nos animó saber que todo su equipo ya sabía que no
éramos unos delincuentes.
En
fin compañeros, que la segunda fase acabó y ahora iniciamos la tercera, definitiva y
más difícil si cabe: la legalización. Tardaremos meses o años, no importa, tampoco
tenemos prisa. Lo importante es que este barco llegue a puerto seguro y que, mientras
tanto, podamos fortalecernos interiormente y como grupo para poder encarar todo lo que
viene de frente. Ahora es un momento para ir despacio, no dejar rienda suelta a la euforia
tampoco hay motivos para ello- y profundizar en la presentación de esta doctrina
como algo útil para el resto de la humanidad, no definitivo, ni mejor ni peor que otros
caminos espirituales, pero un bálsamo a fin de cuentas para acalmar las injusticias que
anidan en los corazones y en las cabezas de la gente. En cualquier caso, nunca olvidaremos
lo ocurrido. Tampoco queremos olvidarlo. Ni tampoco queremos repetirlo. Las sonrisas y
lágrimas de todo este tiempo quedarán ahí para siempre, grabadas a fuego en la parte
más íntima de cada uno, sostenidas por la confianza en que todo lo pasado nos ha hecho
crecer como personas, la seguridad de que nada es por casualidad y que estaba escrito en
algún cantinho del Astral que tenía que ser así y con la esperanza de que todo esto nos
ayude a intentar construir un mundo mejor para nuestros hijos y nietos, los verdaderos
beneficiarios de todo este trabajo.
La
JUSTICIA existe. Sólo que, muchas veces, los hombres se equivocan. Quién lo padeció, lo
sabe.
Un
grande abrazo para toda la hermandad con los mejores deseos de más AMOR, más VERDAD y
más ARMONIA para todos.
Ahora
más que nunca: ¡¡¡VIVA LA LIBERTAD DEL DAIME!!!
JUAN CARLOS
Madrid