Por otro lado las autoridades se rindieron a la evidencia de que la bebida está siendo consumida en rituales desde varias décadas, sin anormalidades, prácticas esas que ejercieron siempre una función integradora de los usuarios en el medio en el que viven, resaltando la conducta pacífica y ordenada de los adeptos de los diversos grupos espirituales.

Por causa de todo éso es que hoy se haya consolidado nuestro derecho legitimo de usar nuestro sacramento, dentro de su contexto apropiado. La maduración de las entidades usuarias y su constante perfeccionamiento institucional, probaron en el transcurso de estos últimos doce años, que el primer parecer del CONFEN era substancialmente correcto.

Todavía por citar el relato del Dr. Domingos Bernardo: " Se busca crear condiciones para que los propios centros ayahuasqueros y daimistas organicen las formas mas adecuadas de mediar y controlar los eventuales excesos surgidos en las relaciones privadas, familiares o sociales".

Dentro de ese espíritu, desde 1991 las diversas entidades de la bebida, independientemente de sus diferencias de orden doctrinario o ritualístico, se unieron en torno a una carta de principios que, a pesar de su consenso genérico, fué un paso importante, en el sentido de establecer compromisos comunes básicos para la autorregulación del uso de la bebida por parte de dichas entidades.